Los cursos en pausa, pero el músculo lector no descansa, (hay un tango con estas palabras).
El siguiente viaje es sin estaciones hasta John Ashbery (Rochester, N. Y., 1927)
Como hacen los profesores de educación física, cuando entregan un plan de entrenamiento para los días de "descanso" a sus atletas...
Les propongo, esta carta de navegación.
Difícil y solitaria como todas las tareas de un verdadero lector de "elite" (la palabra es del profesor Pancho y significa: (Del fr. élite).1. f. Minoría selecta o rectora.)
DESCONOCER LA LEY NO ES EXCUSA
John Ashbery
Nos advirtieron de las arañas y la hambruna ocasional.
Fuimos en coche al centro para ver a nuestros vecinos.
Ninguno estaba en casa.
Nos acurrucamos en jardines creados por el municipio,
rememoramos otros lugares diferentes:
pero ¿lo eran? ¿Acaso no lo conocimos todo antes?
En viñedos donde el himno de la abeja anega la monotonía,
dormimos buscando la paz,
sumándonos a la gran estampida.
Él vino hacia mí.
Todo era como había sido, salvo por el peso del presente,
que saboteó el pacto que hicimos con el cielo.
En verdad no había motivo para la alegría,
ni necesidad, tampoco, de volver atrás.
Estábamos perdidos con sólo estar de pie,
escuchando el zumbido de los cables en lo alto.
Lloramos la defunción de esa meritocracia que, salvaje, vibrante,
había preservado la comida en la mesa y la leche en el vaso.
Con estilo chapucero, barriobajero,regresamos al cristal de roca original en que él se había convertido,
todo nos parecía inquietud, todo eran miedos.
Descendimos con cuidadohasta el escalón más bajo. Allí puedes lamentarte y respirar,
enjuagar tus posesiones en el frío manantial.
Guárdate tan sólo de los osos y lobos que lo rondan
y de la sombra que llega cuando esperas el alba.
(Poema traducido por Jiménez Heffernan del próximo libro de Ashbery, Where I Shall Wander)
como afirma Jiménez Heffernan (las coincidencias no existen) en el prólogo de TRES POEMAS* , su reto es «aceptar la superación de una cierta vanguardia, pero convivir con ella en toda la potencia de su sentido inaugural»
* John Ashbery Traducción y prólogo de Julián Jiménez Heffernan.
Barcelona, 2004 270 páginas, 13,80 euros