Tuesday, November 22, 2016

Píndaro al final.




                        Pero si todavía el sabio Quirón habitase su cueva, y para él un hechizo en el ánimo
                        pusiesen nuestros himnos de dulces voces, lo podría quizá persuadir para que un
                        médico procurase, también ahora, para los buenos hombres contra las febriles                                     enfermedades.

                                                  1. La cosa y el decir?
                                                 2. Imposible deseo?
                                                 3. Soportar el mal?
                                                4. Aceptar la finitud?
                                                5. Esperanza y por venir?

2 comments:

Clemente Sáez Fischer said...

¿Qué es el poeta sin el deseo de volar? Si bien es cierto que Píndaro, nacido en época de cultos y tradiciones, entiende y asimila la realidad que lo rodea, esto no lo detiene de querer exhalar un aliento de socorro entre el bullicio de la conformidad. El acepta la tradición y acoge en su poesía el mito, sin embargo, esto quizá lo hace solo con una mirada de adhesión, puesto que lo que en realidad parece desear es que sea su voz aquella escuchada y no la de su contemporaneidad, la cual irremediablemente tiñe su poesía. Él busca el triunfo de lo bello y sepultura de lo enfermo, mirando con deseo el porvenir, el cambio, el ser cual árbol que experimenta una corriente de brisa fresca, pero a la vez, observa con temor lo que puede ser el vivir por siempre sepultado en las raíces, en un mundo estático.

elforesto said...

¿aceptar la finitud?
Hoy no se acepta. Día a día las personas viven como si nunca fueran a morir, aplazando sus responsabilidades, dejando sus sueños, su propia vida para el final. Vivimos en la cultura del "mañana empiezo", damos por garantizado ese mañana. Ese es el pilar de la mediocridad. Esta es la cultura de la medicridad. Y no solo la gente vive en la mediocridad, sino que también se financia la mediocridad. El talento y el esfuerzo fueron reemplazados por el camino fácil. Hay que observar la música que encabeza los rankings, los libros que más se venden, los deportistas que consumen drogas para rendir mejor, los alumnos que copian en las pruebas y los profesores guiados por la PSU. Todo por pensar que el tiempo es infinito: lo inmediato es premiado por sobre lo trascendental, por sobre lo que al final de todo importa.

Píndaro no podría vivir ahora.