Wednesday, September 29, 2010

Las sombras y las velas negras de Homero.

Siga seleccionando, ahora son las letras en la Ilíada

"Leer bien significa arriesgarse mucho.
Es dejar vulnerable nuestra identidad,
nuestra posesión de nosotros mismos." (G. Steiner)

¿Por qué me preguntas mi linaje?
Como el linaje de las hojas, tal es también el de los hombres.

De las hojas, unas tira a tierra el viento, y otras el bosque
hace brotar cuando florece, al llegar la sazón de la primavera.
Así el linaje de los hombres, uno brota y otro se desvanece.

[Unas vuelan por el aire , otras son arrastradas por el barro]
Ilíada VI, 119 y ss.

23 comments:

  1. Patroclo le pidió sus armas a Aquiles para hacerse pasar por él y asustar a los troyanos. Lleva la lucha hasta las puertas de Troya, donde Héctor lo mata, tirándole en cara lo insensato que fue y como Aquiles lo utilizó. A esto Patroclo responde:

    "...¡Héctor! Jáctate ahora con altaneras palabras, ya que te han dado la victoria Zeus, Crónida y Apolo; los cuáles me vencieron facilmente, quitándome la armadura de los hombros; y tú llegas el tercero, para despojarme de mis armas. Otra cosa voy a decirte, que fijarás en la memoria. Tampoco tú has de vivir largo tiempo, pues la muerte y el halo cruel se te acercan y sucumbirás a manos del eximio Aquiles, descendiente de Eaco..."

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  2. Canto XXII : Muerte de Hector

    Hector esta herido de muerte,cortesía de Aquíles.El primero suplicando ,pide al Mirmidón que porfavor acepte la paga de Príamo ,su padre, y de esta manera permitir que su cadaver sea devuelto a su familia ,ser quemado y honrado como correspondía.
    Mirandolo con torva faz, contesto Aquiles...

    ".. No me supliques,¡perro!,por mis rodillas ni por mis padres.Ojala el furor y el coraje me incitaran a cortar tus carnes y a comermélas crudas.¡Tales agravios me haz inferido! Nadie podra apartar de tu cabeza a los perros, aunque me traigan dies o veinte veces el debido rescate y me prometan más, aunque Príamo Dardánida ordene redimirte a peso de oro; ni aun asi, la venerada madre que te dio a luz te pondra en un lecho para llorarte, sino que los perros y las aves de rapiña destrozarán tu cuerpo.

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  3. Diomedes a Néstor previos al combate:

    Cuando dos marchan juntos, si no es uno es otro el que advierte lo que es más necesario; cuando uno está solo, aunque piense, el espíritu es tardo y penosas las resoluciones.

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  4. (luego de que matan al hermano de Ideo):

    Cuando los altivos troyanos vieron que uno de los hijos de Dares huía y el otro quedaba muerto entre los carros, a todos se les conmovió el corazón. Y Atenea, la de ojos de lechuza, tomó por la mano al furibundo Ares y le habló diciendo:

    ‑¡Ares, Ares, funesto a los mortales, manchado de homicidios, demoledor de murallas! ¿No dejaremos que troyanos y aqueos peleen solos ‑sean éstos o aquéllos a quienes el padre Zeus quiera dar gloria‑ y nos retiraremos, para librarnos de la cólera de Zeus?

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  5. En el canto I queda expresa la cólera de Aquiles que se origina por la afrenta que le impone Agamenón, quien tras ceder a Criseida, arrebata a Aquiles su parte del botín, la joven sacerdotisa Briseida.

    "Un rey es más poderoso que el inferior contra quien se enoja; y si en el mismo día refrena su ira, guarda luego rencor hasta que logra ejecutarlo en el pecho de aquél. Di tu si me salvarás."

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  6. Los melenudos aqueos le arrojaban flechas, dardos y
    piedras. Pero Agamenón, rey de hombres, gritóles con voz recia:

    "Deteneos, argivos; no tiréis, jóvenes aqueos; pues Héctor, el de tremolante
    casco, quiere decirnos algo".

    Así se expresó. Abstuviéronse de combatir y pronto quedaron silenciosos. Y
    Héctor, colocándose entre unos y otros, dijo:

    "Oíd de mis labios, troyanos y aqueos de hermosas grebas, el ofrecimiento de
    Alejandro por quien se suscitó la contienda. Propone que troyanos y aqueos
    dejemos las bellas armas en el fértil suelo, y él y Menelao, caro a Ares, peleen
    en medio por Helena y sus riquezas todas: el que venza, por ser más valiente,
    llevará a su casa mujer y riquezas, y los demás juraremos paz y amistad".

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  7. La Ilíada - Canto I : Apolo envía peste. La cólera de Aquiles

    Agamenon ordena que se lleven a Briseida de la tienda de Aquileo:


    ...De tal modo habló. Patroclo, obedeciendo a su amigo, sacó de la tienda a Briseida, la de hermosas mejillas, y la entregó para que se la llevaran. Partieron los heraldos hacia las naves aqueas, y la mujer iba con ellos de mala gana. Aquileo rompió en llanto, alejóse de los compañeros, y sentándose a orillas del espumoso mar con los ojos clavados en el ponto inmenso y las manos extendidas, dirigió a su madre muchos ruegos...

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  8. Hector a los gurreros troyanos y a los aqueos al comuicar la propuesta de Alejandro:

    Siempre tienen los jóvenes el corazón muy voluble, pero si los preside un anciano, observando el futuro y el pasado, consigue para ambos lo más conveniente.

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  9. Pascuala Sylleros4:55 PM, October 11, 2010

    Canto III: Los juramentos y Helena en la muralla

    «Ven aquí, mi querida jovencita,
    para que hazañas veas portentosas,
    de troyanos, de potros domadores,
    y de aqueos de broncíneas cotas,
    que antes iban unos contra los otros
    por la llanura conduciendo a Ares,
    de lágrimas cuantiosas responsable,
    la malhadada guerra anhelando;
    ahora ya en silencio se están quietos,
    pues la guerra ha cesado,
    en sus propios escudos reclinados,
    y en la tierra hincadas junto a ellos
    están sus largas picas.
    Mas luego, sin embargo, Alejandro
    y Menelao, caro a Ares,
    empuñando largas picas, por ti habrán de batirse,
    y de aquel que consiga la victoria
    vas a ser tú llamada cara esposa.»

    Iris invita a Helena a apreciar el gran lienzo purpura donde Laodica habira tejido "numerosos trabajos de troyanos,domadores de potros, y de aqueos de broncíneas corazas pertrechados" bajo el poder de Ares. De una forma u otra seria la forma en que terminaria la guerra.

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  10. «Cosa no es que indignación suscite
    que vengan padeciendo tanto tiempo
    dolores los troyanos
    y los aqueos de grebas hermosas
    por mujer cual es ésa
    pues que tremendamente se parece,
    al mirarla de frente,
    a diosas inmortales;
    pero aun así y siendo tal cual digo,
    en las naves se vuelva y no se quede
    para mal nuestro y de nuestros hijos
    en el tiempo futuro. "

    Refiriendose a Helena, quien provocó la guerra entre troyanos y espartanos,particularmnte entre Paris y Menelao.Los troyanos aunque reconocían su belleza le adjudicaban las causa de todos lo males de su pueblo.

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  11. Canto XXIV
    "Aquiles, ten piedad de mí recordando a tu padre, porque soy aún más miserable. ¡He pasado por lo que ningún otro mortal jamás ha pasado, pongo mis labios en las manos del que ha matado a mis hijos"

    En esta cita Priamo le ruega a Aquiles por su hijo Hector, siendo consciente del odio y rencor existente entre ellos.
    Así es capaz de llegar a los más profundos sentimientos de un guerrero que a pesar de todo y del contexto que lo envuelve igualmente saca de su interior lo mas noble.
    También me gustaria destacar la lucha por una causa noble y el total deje de orgullo en este padre, que aún siendo rey no esta dispuesto a dejar de lado la dignidad de su hijo.

    francisca URRUTIA (profesor hago especial enfasis en mi apellido ya que me encantaria que se lo aprenda antes de que termine el año, muchas gracias)

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  12. Profesor leí con atención mi comentario y e llegado a la conclusión de que no estaba bien asique ahora pongo el definitivo:

    Aquiles habla a Hector en el momento que estaba apunto de matarlo, vengando el asesinato de su amigo Patroclo:

    Canto XXII
    "¡No más súplicas a mí, perro, por rodillas o por padres! Solo deseo que mi espíritu y mi furia me empujen a despedazarte, y a comerte crudo por las cosas que me haz hecho. No hay nadie que pueda apartar los perros de tu cabeza..."

    Aquiles habla a Hector en el momento que estaba apunto de matarlo, vengando el asesinato de su amigo Patroclo.

    F.URRUTIA

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  13. Héctor se enfrenta a Teucro, donde este último ha quedado sin armas porque han sido destruidas.Héctor al ver que las saetas de Teucro ya no le son útiles, exclama (a troyanos y a licios):

    ‑¡Troyanos, licios, dárdanos, que cuerpo a cuerpo combatís! Sed hombres, amigos, y mostrad vuestro impetuoso valor junto a las cóncavas naves; pues acabo de ver con mis ojos que Zeus ha dejado inútiles las flechas de un eximio guerrero. El influjo de Zeus lo reconocen fácilmente así los que del dios reciben excelsa gloria, como aquéllos a quienes abate y no quiere socorrer: ahora debilita el valor de los argivos y nos favorece a nosotros. Combatid juntos cerca de los bajeles; y quien sea herido mortalmente, de cerca o de lejos, cumpliéndose su destino, muera; que será honroso para él morir combatiendo por la patria, y su esposa a hijos se verán salvos, y su casa y hacienda no padecerán menoscabo, si los aqueos regresan en las naves a su patria tierra.

    ...

    Luego de que Héctor ha hablado, y luego Teucro;todos tomaron valor y fuerza, y combstieron.

    ...Y mientras Dólope seguía combatiendo con la esperanza de vencer, el belicoso Menelao fue a ayudar a Meges; y, poniéndose a su lado sin ser visto, clavó la lanza en la espalda de aquél: la punta impetuosa salió por el pecho, y el guerrero cayó de cara. Ambos caudillos corrieron a quitarle la broncínea armadura de los hombros; y Héctor exhortaba a todos sus deudos a increpaba especialmente al esforzado Melanipo Hicetaónida; el cual, antes de presentarse los enemigos, apacentaba flexipedes bueyes en Percote, y, cuando llegaron los dánaos en las encorvadas naves, fuese a llio, sobresalió entre los troyanos y habitó el palacio de Príamo, que le honraba como a sus hijos. A Melanipo, pues, le reprendía Héctor, diciendo:


    ¿Seremos tan indolentes, Melanipo? ¿No te conmueve el corazón la muerte del primo? ¿No ves cómo tratan de llevarse las armas de Dólope? Sígueme; que ya es necesario combatir de cerca con los argivos, hasta que los destruyamos o arruinen ellos la excelsa Ilio desde su cumbre y maten a los ciudadanos.

    Habiendo hablado así, echó a andar, y siguióle el varón, que parecía un dios. A su vez, el gran Ayante Telamonio exhortó a los argivos:

    ‑¡Oh amigos! ¡Sed hombres, mostrad que tenéis un corazón pundonoroso, y avergonzaos de parecer cobardes en el duro combate! De los que sienten este temor, son más los que se salvan que los que mueren; los que huyen no alcanzan gloria ni socorro alguno.

    Así dijo; y ellos, que ya antes deseaban derrotar al enemigo, pusieron en su corazón aquellas palabras y cercaron las naves con un muro de bronce. Zeus incitaba a los troyanos contra los aqueos. Y Menelao, valiente en la pelea, exhortó a Antíloco:

    ‑¡Antíloco! Ningún aqueo de los presentes es más joven que tú, ni más ligero de pies, ni tan fuerte en el combate. Si arremetieses a los troyanos a hirieras a alguno...

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  14. Patroclo se viste con las armaduras de Aquiles ante la desesperación que producen las derrotas que les brindan los troyanos a los aqueos y la negación de Aquiles a luchar.
    En la batalla, Héctor mata a Patroclo y se adueña de las armas de Aquiles, las que lo convierten en invencible.
    Al ocurrir esto, la Diosa Tetis, madre de Aquiles, le pide a Hefesto, el Dios de los Herreros, que le forje a su hijo Aquiles unas armas con las cuales sea capaz de derrotar a Héctor.
    “Respondióle Tetis, derramando lágrimas:
    —¡Oh Hefesto! ¿Hay alguna entre las diosas del Olimpo que haya sufrido en su ánimo tantos y tan graves pesares como a mí me ha enviado el Cronión Jove? De las ninfas del mar, únicamente a mí me sujetó a un hombre, a Peleo Eácida, y tuve que tolerar, contra toda mi voluntad, el tálamo de un mortal que yace en el palacio rendido a la triste vejez. Ahora me envía otros males: concedióme que pariera y alimentara a un hijo insigne entre los héroes que creció semejante a un árbol, le crié como a una planta en terreno fértil y lo mandé a Ilión en las corvas naves para que combatiera con los teucros y ya no le recibiré otra vez porque no volverá a mi casa, a la mansión de Peleo. Mientras vive y ve la luz del sol está angustiado, y no puede, aunque a él me acerque, llevarle socorro. Los aqueos le habían asignado como recompensa una moza y el rey Agamemnón se la quitó de las manos. Apesadumbrado por tal motivo, consumía su corazón; pero los teucros acorralaron a los aqueos junto a los bajeles y no les dejaban salir del campamento, y los próceres argivos intercedieron con Aquileo y le ofrecieron espléndidos regalos. Entonces, aunque se negó a librarles de la ruina, hizo que vistiera sus armas Patroclo y enviólo a la batalla con muchos hombres. Combatieron todo el día en las puertas Esceas; y los aqueos hubieran tomado la ciudad, a no haber sido por Apolo, el cual mató entre los combatientes delanteros al esforzado hijo de Menetio, que tanto estrago causara, y dio gloria a Héctor. Y yo vengo a abrazar tus rodillas por si quieres dar a mi hijo, cuya vida ha de ser breve, escudo, casco, hermosas grebas ajustadas con broches, y coraza; pues las armas que tenía las perdió su fiel amigo al morir a manos de los teucros, y Aquileo yace en tierra con el corazón afligido.”
    Canto XVIII 428-461

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  15. Patroclo se viste con las armaduras de Aquiles ante la desesperación que producen las derrotas que les brindan los troyanos a los aqueos y la negación de Aquiles a luchar.
    En la batalla, Héctor mata a Patroclo y se adueña de las armas de Aquiles, las que lo convierten en invencible.
    Al ocurrir esto, la Diosa Tetis, madre de Aquiles, le pide a Hefesto, el Dios de los Herreros, que le forje a su hijo Aquiles unas armas con las cuales sea capaz de derrotar a Héctor.
    “Respondióle Tetis, derramando lágrimas:
    —¡Oh Hefesto! ¿Hay alguna entre las diosas del Olimpo que haya sufrido en su ánimo tantos y tan graves pesares como a mí me ha enviado el Cronión Jove? De las ninfas del mar, únicamente a mí me sujetó a un hombre, a Peleo Eácida, y tuve que tolerar, contra toda mi voluntad, el tálamo de un mortal que yace en el palacio rendido a la triste vejez. Ahora me envía otros males: concedióme que pariera y alimentara a un hijo insigne entre los héroes que creció semejante a un árbol, le crié como a una planta en terreno fértil y lo mandé a Ilión en las corvas naves para que combatiera con los teucros y ya no le recibiré otra vez porque no volverá a mi casa, a la mansión de Peleo. Mientras vive y ve la luz del sol está angustiado, y no puede, aunque a él me acerque, llevarle socorro. Los aqueos le habían asignado como recompensa una moza y el rey Agamemnón se la quitó de las manos. Apesadumbrado por tal motivo, consumía su corazón; pero los teucros acorralaron a los aqueos junto a los bajeles y no les dejaban salir del campamento, y los próceres argivos intercedieron con Aquileo y le ofrecieron espléndidos regalos. Entonces, aunque se negó a librarles de la ruina, hizo que vistiera sus armas Patroclo y enviólo a la batalla con muchos hombres. Combatieron todo el día en las puertas Esceas; y los aqueos hubieran tomado la ciudad, a no haber sido por Apolo, el cual mató entre los combatientes delanteros al esforzado hijo de Menetio, que tanto estrago causara, y dio gloria a Héctor. Y yo vengo a abrazar tus rodillas por si quieres dar a mi hijo, cuya vida ha de ser breve, escudo, casco, hermosas grebas ajustadas con broches, y coraza; pues las armas que tenía las perdió su fiel amigo al morir a manos de los teucros, y Aquileo yace en tierra con el corazón afligido.”
    Canto XVIII 428-461

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  16. Patroclo se viste con las armaduras de Aquiles ante la desesperación que producen las derrotas que les brindan los troyanos a los aqueos y la negación de Aquiles a luchar.
    En la batalla, Héctor mata a Patroclo y se adueña de las armas de Aquiles, las que lo convierten en invencible.
    Al ocurrir esto, la Diosa Tetis, madre de Aquiles, le pide a Hefesto, el Dios de los Herreros, que le forje a su hijo Aquiles unas armas con las cuales sea capaz de derrotar a Héctor.
    “Respondióle Tetis, derramando lágrimas:
    —¡Oh Hefesto! ¿Hay alguna entre las diosas del Olimpo que haya sufrido en su ánimo tantos y tan graves pesares como a mí me ha enviado el Cronión Jove? De las ninfas del mar, únicamente a mí me sujetó a un hombre, a Peleo Eácida, y tuve que tolerar, contra toda mi voluntad, el tálamo de un mortal que yace en el palacio rendido a la triste vejez. Ahora me envía otros males: concedióme que pariera y alimentara a un hijo insigne entre los héroes que creció semejante a un árbol, le crié como a una planta en terreno fértil y lo mandé a Ilión en las corvas naves para que combatiera con los teucros y ya no le recibiré otra vez porque no volverá a mi casa, a la mansión de Peleo. Mientras vive y ve la luz del sol está angustiado, y no puede, aunque a él me acerque, llevarle socorro. Los aqueos le habían asignado como recompensa una moza y el rey Agamemnón se la quitó de las manos. Apesadumbrado por tal motivo, consumía su corazón; pero los teucros acorralaron a los aqueos junto a los bajeles y no les dejaban salir del campamento, y los próceres argivos intercedieron con Aquileo y le ofrecieron espléndidos regalos. Entonces, aunque se negó a librarles de la ruina, hizo que vistiera sus armas Patroclo y enviólo a la batalla con muchos hombres. Combatieron todo el día en las puertas Esceas; y los aqueos hubieran tomado la ciudad, a no haber sido por Apolo, el cual mató entre los combatientes delanteros al esforzado hijo de Menetio, que tanto estrago causara, y dio gloria a Héctor. Y yo vengo a abrazar tus rodillas por si quieres dar a mi hijo, cuya vida ha de ser breve, escudo, casco, hermosas grebas ajustadas con broches, y coraza; pues las armas que tenía las perdió su fiel amigo al morir a manos de los teucros, y Aquileo yace en tierra con el corazón afligido.”
    Canto XVIII 428-461

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  17. Patroclo se viste con las armaduras de Aquiles ante la desesperación que producen las derrotas que les brindan los troyanos a los aqueos y la negación de Aquiles a luchar.
    En la batalla, Héctor mata a Patroclo y se adueña de las armas de Aquiles, las que lo convierten en invencible.
    Al ocurrir esto, la Diosa Tetis, madre de Aquiles, le pide a Hefesto, el Dios de los Herreros, que le forje a su hijo Aquiles unas armas con las cuales sea capaz de derrotar a Héctor.
    “Respondióle Tetis, derramando lágrimas:
    —¡Oh Hefesto! ¿Hay alguna entre las diosas del Olimpo que haya sufrido en su ánimo tantos y tan graves pesares como a mí me ha enviado el Cronión Jove? De las ninfas del mar, únicamente a mí me sujetó a un hombre, a Peleo Eácida, y tuve que tolerar, contra toda mi voluntad, el tálamo de un mortal que yace en el palacio rendido a la triste vejez. Ahora me envía otros males: concedióme que pariera y alimentara a un hijo insigne entre los héroes que creció semejante a un árbol, le crié como a una planta en terreno fértil y lo mandé a Ilión en las corvas naves para que combatiera con los teucros y ya no le recibiré otra vez porque no volverá a mi casa, a la mansión de Peleo. Mientras vive y ve la luz del sol está angustiado, y no puede, aunque a él me acerque, llevarle socorro. Los aqueos le habían asignado como recompensa una moza y el rey Agamemnón se la quitó de las manos. Apesadumbrado por tal motivo, consumía su corazón; pero los teucros acorralaron a los aqueos junto a los bajeles y no les dejaban salir del campamento, y los próceres argivos intercedieron con Aquileo y le ofrecieron espléndidos regalos. Entonces, aunque se negó a librarles de la ruina, hizo que vistiera sus armas Patroclo y enviólo a la batalla con muchos hombres. Combatieron todo el día en las puertas Esceas; y los aqueos hubieran tomado la ciudad, a no haber sido por Apolo, el cual mató entre los combatientes delanteros al esforzado hijo de Menetio, que tanto estrago causara, y dio gloria a Héctor. Y yo vengo a abrazar tus rodillas por si quieres dar a mi hijo, cuya vida ha de ser breve, escudo, casco, hermosas grebas ajustadas con broches, y coraza; pues las armas que tenía las perdió su fiel amigo al morir a manos de los teucros, y Aquileo yace en tierra con el corazón afligido.”
    Canto XVIII 428-461

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  18. Patroclo se viste con las armaduras de Aquiles ante la desesperación que producen las derrotas que les brindan los troyanos a los aqueos y la negación de Aquiles a luchar.
    En la batalla, Héctor mata a Patroclo y se adueña de las armas de Aquiles, las que lo convierten en invencible.
    Al ocurrir esto, la Diosa Tetis, madre de Aquiles, le pide a Hefesto, el Dios de los Herreros, que le forje a su hijo Aquiles unas armas con las cuales sea capaz de derrotar a Héctor.
    “Respondióle Tetis, derramando lágrimas:
    —¡Oh Hefesto! ¿Hay alguna entre las diosas del Olimpo que haya sufrido en su ánimo tantos y tan graves pesares como a mí me ha enviado el Cronión Jove? De las ninfas del mar, únicamente a mí me sujetó a un hombre, a Peleo Eácida, y tuve que tolerar, contra toda mi voluntad, el tálamo de un mortal que yace en el palacio rendido a la triste vejez. Ahora me envía otros males: concedióme que pariera y alimentara a un hijo insigne entre los héroes que creció semejante a un árbol, le crié como a una planta en terreno fértil y lo mandé a Ilión en las corvas naves para que combatiera con los teucros y ya no le recibiré otra vez porque no volverá a mi casa, a la mansión de Peleo. Mientras vive y ve la luz del sol está angustiado, y no puede, aunque a él me acerque, llevarle socorro. Los aqueos le habían asignado como recompensa una moza y el rey Agamemnón se la quitó de las manos. Apesadumbrado por tal motivo, consumía su corazón; pero los teucros acorralaron a los aqueos junto a los bajeles y no les dejaban salir del campamento, y los próceres argivos intercedieron con Aquileo y le ofrecieron espléndidos regalos. Entonces, aunque se negó a librarles de la ruina, hizo que vistiera sus armas Patroclo y enviólo a la batalla con muchos hombres. Combatieron todo el día en las puertas Esceas; y los aqueos hubieran tomado la ciudad, a no haber sido por Apolo, el cual mató entre los combatientes delanteros al esforzado hijo de Menetio, que tanto estrago causara, y dio gloria a Héctor. Y yo vengo a abrazar tus rodillas por si quieres dar a mi hijo, cuya vida ha de ser breve, escudo, casco, hermosas grebas ajustadas con broches, y coraza; pues las armas que tenía las perdió su fiel amigo al morir a manos de los teucros, y Aquileo yace en tierra con el corazón afligido.”
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  19. Patroclo se viste con las armaduras de Aquiles ante la desesperación que producen las derrotas que les brindan los troyanos a los aqueos y la negación de Aquiles a luchar.
    En la batalla, Héctor mata a Patroclo y se adueña de las armas de Aquiles, las que lo convierten en invencible.
    Al ocurrir esto, la Diosa Tetis, madre de Aquiles, le pide a Hefesto, el Dios de los Herreros, que le forje a su hijo Aquiles unas armas con las cuales sea capaz de derrotar a Héctor.
    “Respondióle Tetis, derramando lágrimas:
    —¡Oh Hefesto! ¿Hay alguna entre las diosas del Olimpo que haya sufrido en su ánimo tantos y tan graves pesares como a mí me ha enviado el Cronión Jove? De las ninfas del mar, únicamente a mí me sujetó a un hombre, a Peleo Eácida, y tuve que tolerar, contra toda mi voluntad, el tálamo de un mortal que yace en el palacio rendido a la triste vejez. Ahora me envía otros males: concedióme que pariera y alimentara a un hijo insigne entre los héroes que creció semejante a un árbol, le crié como a una planta en terreno fértil y lo mandé a Ilión en las corvas naves para que combatiera con los teucros y ya no le recibiré otra vez porque no volverá a mi casa, a la mansión de Peleo. Mientras vive y ve la luz del sol está angustiado, y no puede, aunque a él me acerque, llevarle socorro. Los aqueos le habían asignado como recompensa una moza y el rey Agamemnón se la quitó de las manos. Apesadumbrado por tal motivo, consumía su corazón; pero los teucros acorralaron a los aqueos junto a los bajeles y no les dejaban salir del campamento, y los próceres argivos intercedieron con Aquileo y le ofrecieron espléndidos regalos. Entonces, aunque se negó a librarles de la ruina, hizo que vistiera sus armas Patroclo y enviólo a la batalla con muchos hombres. Combatieron todo el día en las puertas Esceas; y los aqueos hubieran tomado la ciudad, a no haber sido por Apolo, el cual mató entre los combatientes delanteros al esforzado hijo de Menetio, que tanto estrago causara, y dio gloria a Héctor. Y yo vengo a abrazar tus rodillas por si quieres dar a mi hijo, cuya vida ha de ser breve, escudo, casco, hermosas grebas ajustadas con broches, y coraza; pues las armas que tenía las perdió su fiel amigo al morir a manos de los teucros, y Aquileo yace en tierra con el corazón afligido.”
    Canto XVIII 428-461

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  20. CANTO VI:
    En plena batalla, Menelao coge vivo a Adrasto quien de poca en el polvo y abrazado a sus rodillas, le suplica:

    "Hazme prisionero, Atrid, recibirás digno rescate. Muchas cosas de valor tiene mi opulento padre en casa: bronce, oro, hierro labrado; con ellas te pagaría inmeso rescate, si supiera que estoy vivo en las naves aqueas"
    Dijo Adrasto, y le conmovió el corazón. E iba Menelao a ponerle en manos del escudero, para que lo llevara a las veleras naves aqueas, cuando Agamenón corrió a su encuentro y le increpó diciendo:
    "¡Ah bondadoso!¡Ah Menelao! ¿Por qué así te apiadas de los hombres? ¡Excelentes cosas hicieron los troyanos en tu palacio! Que ninguno de los que caigan en nuestras manos se libre de tener nefanda muerte, ni siquiera el que la madre lleve en el vientre, ¡ni ése escape!¡Perezcan todos los de Ilión, sin que sepultura alcancen ni memoria dejen!

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  21. Lorenzini, ¿y su trabajo publicado innúmeras veces?
    Le recuerdo la ominosa malignidad de los objetos inanimados.

    La tech. no pude ser un problema.

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  22. Patroclo se viste con las armaduras de Aquiles ante la desesperación que producen las derrotas que les brindan los troyanos a los aqueos y la negación de Aquiles a luchar.
    En la batalla, Héctor mata a Patroclo y se adueña de las armas de Aquiles, las que lo convierten en invencible.
    Al ocurrir esto, la Diosa Tetis, madre de Aquiles, le pide a Hefesto, el Dios de los Herreros, que le forje a su hijo Aquiles unas armas con las cuales sea capaz de derrotar a Héctor.
    “Respondióle Tetis, derramando lágrimas:
    —¡Oh Hefesto! ¿Hay alguna entre las diosas del Olimpo que haya sufrido en su ánimo tantos y tan graves pesares como a mí me ha enviado el Cronión Jove? De las ninfas del mar, únicamente a mí me sujetó a un hombre, a Peleo Eácida, y tuve que tolerar, contra toda mi voluntad, el tálamo de un mortal que yace en el palacio rendido a la triste vejez. Ahora me envía otros males: concedióme que pariera y alimentara a un hijo insigne entre los héroes que creció semejante a un árbol, le crié como a una planta en terreno fértil y lo mandé a Ilión en las corvas naves para que combatiera con los teucros y ya no le recibiré otra vez porque no volverá a mi casa, a la mansión de Peleo. Mientras vive y ve la luz del sol está angustiado, y no puede, aunque a él me acerque, llevarle socorro. Los aqueos le habían asignado como recompensa una moza y el rey Agamemnón se la quitó de las manos. Apesadumbrado por tal motivo, consumía su corazón; pero los teucros acorralaron a los aqueos junto a los bajeles y no les dejaban salir del campamento, y los próceres argivos intercedieron con Aquileo y le ofrecieron espléndidos regalos. Entonces, aunque se negó a librarles de la ruina, hizo que vistiera sus armas Patroclo y enviólo a la batalla con muchos hombres. Combatieron todo el día en las puertas Esceas; y los aqueos hubieran tomado la ciudad, a no haber sido por Apolo, el cual mató entre los combatientes delanteros al esforzado hijo de Menetio, que tanto estrago causara, y dio gloria a Héctor. Y yo vengo a abrazar tus rodillas por si quieres dar a mi hijo, cuya vida ha de ser breve, escudo, casco, hermosas grebas ajustadas con broches, y coraza; pues las armas que tenía las perdió su fiel amigo al morir a manos de los teucros, y Aquileo yace en tierra con el corazón afligido.”
    Canto XVIII 428-461

    Nico Lorenzini

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  23. Patroclo se viste con las armaduras de Aquiles ante la desesperación que producen las derrotas que les brindan los troyanos a los aqueos y la negación de Aquiles a luchar.
    En la batalla, Héctor mata a Patroclo y se adueña de las armas de Aquiles, las que lo convierten en invencible.
    Al ocurrir esto, la Diosa Tetis, madre de Aquiles, le pide a Hefesto, el Dios de los Herreros, que le forje a su hijo Aquiles unas armas con las cuales sea capaz de derrotar a Héctor.
    “Respondióle Tetis, derramando lágrimas:
    —¡Oh Hefesto! ¿Hay alguna entre las diosas del Olimpo que haya sufrido en su ánimo tantos y tan graves pesares como a mí me ha enviado el Cronión Jove? De las ninfas del mar, únicamente a mí me sujetó a un hombre, a Peleo Eácida, y tuve que tolerar, contra toda mi voluntad, el tálamo de un mortal que yace en el palacio rendido a la triste vejez. Ahora me envía otros males: concedióme que pariera y alimentara a un hijo insigne entre los héroes que creció semejante a un árbol, le crié como a una planta en terreno fértil y lo mandé a Ilión en las corvas naves para que combatiera con los teucros y ya no le recibiré otra vez porque no volverá a mi casa, a la mansión de Peleo. Mientras vive y ve la luz del sol está angustiado, y no puede, aunque a él me acerque, llevarle socorro. Los aqueos le habían asignado como recompensa una moza y el rey Agamemnón se la quitó de las manos. Apesadumbrado por tal motivo, consumía su corazón; pero los teucros acorralaron a los aqueos junto a los bajeles y no les dejaban salir del campamento, y los próceres argivos intercedieron con Aquileo y le ofrecieron espléndidos regalos. Entonces, aunque se negó a librarles de la ruina, hizo que vistiera sus armas Patroclo y enviólo a la batalla con muchos hombres. Combatieron todo el día en las puertas Esceas; y los aqueos hubieran tomado la ciudad, a no haber sido por Apolo, el cual mató entre los combatientes delanteros al esforzado hijo de Menetio, que tanto estrago causara, y dio gloria a Héctor. Y yo vengo a abrazar tus rodillas por si quieres dar a mi hijo, cuya vida ha de ser breve, escudo, casco, hermosas grebas ajustadas con broches, y coraza; pues las armas que tenía las perdió su fiel amigo al morir a manos de los teucros, y Aquileo yace en tierra con el corazón afligido.”
    Canto XVIII 428-461

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