Para el canto, para la mujer y los hombres profeta.


Un saludo final a todos los Altazorautas. El vuelo ya comenzó, ahora, cada uno se hará cargo de las semillas. Me entristeció el velorio del poeta, creo que hasta Pancho Arriagada está con ganas de seguir leyéndolo, ofrezco verdaderamente mis lágrimas como agradecimiento. Sentí el escalofrío de la muerte y a sus tres sirvientes como en la Naranja Mecánica. Me alegré con el prefacio alado, con el aeroplano en mi ventana y con el paracaídas enrrollado frente a la sala de Einstein. Bajé las escaleras de los límites, superados largamente por la pasión y prometo que vi, el nacimiento de un nuevo árbol, vi volar un Altazor, enteramente anotado, picoteado y acariciado por los lápices de sus lectores y todo, todo quedará en la muralla, incluso después de pintada. Por esas horas, entré a una casa pobre, que como metáfora de si misma tenía una estrella en su interior. Tic, tac, tic, tac y nueva alucinación con volar acostado en los ojos plástificados, con rosas otra vez, con árboles que nacen y quedan para siempre cosidos a la misma estrella
La sangre y la muerte, de miel de palma y saborizante, me dejó la sensación pegajosa del fracaso, la caída definitiva en un lenguaje que no entiendo, el lenguaje de los adolescentes.
Y si querer, las mujeres terminaron todo. Hasta terminaron cantándose a si mismas. La madre de las hojas que caen es el frio, pero el túnel y el bosque íntimo son el padre generoso que las convertirá en nueva ofrenda.
A todos MIS Aeronautas: Verdes Felicitaciones y molinos agradecimientos.